Relato 3

30.05.2020

Relato 3.

Por: Huitaca

Después de una interminable y tediosa jornada laboral, por fin llegaba el tan ansiado y venerado viernes. Ese día, había quedado con uno de mis mejores amigo, Esteban, para ir a tomarnos unas polas, y de pronto, hasta de fiesta terminábamos.

Después de haberme sumergido en la tina con esencias aromáticas de jazmín, me dispuse a realizar el simple ritual de belleza que a diario repetía: Delineador de ojos negro, pestañina y labial. Proseguí a domar mi cabello, aun húmedo, y opté por tenerlo suelto, llegándome apenas al límite de los hombros. A la nueve de la noche, ya me encontraba lista, vestida con un vestido negro pegado al cuerpo hasta los muslos, con la espalda bastante escotada, y mis tenis de siempre, a la espera del taxi para ir al bar.

En cuanto entre, lo distinguí a él junto con su novia, y una persona más, a quién no conocía de nada.

  • Hola, mi amor. ¿Cómo me le fue?
  • Hola, bizcocho. Bien, bien.

Parce, creí que sólo íbamos a ser Eliana, vos y yo.

  • Relajáte. - él me dio un beso en la mejilla, y procedió a presentarme con el desconocido- Erick, mira, te presento a éste bombón, Andrea.
  • Un placer. - Se acercó a mi y me dio un beso en la mejilla.

Él me miro de arriba abajo, posando su mirada más de lo necesario sobre mis piernas desnudas, y me invitó a sentarme a su lado.

Para sorpresa mía, la conversación se hizo bastante fluida entre nosotros, y entre pola y pola, nos adentramos a bailar salsa.

Él era mucho más alto que yo, fornido (se notaba que iba al gimnasio), la verdad, es que hasta guapo era. La combinación de su piel morena en contraste con sus ojos, de un azul claro, resultaba bastante atrayente.

A eso de las dos de la mañana, Esteban se fue con su novia, quien se había pasado de copas, dejándonos solos a Erick y a mi.

  • ¿Qué vas a hacer?- me preguntó.
  • La verdad, nadad. Irme para el apartamento. ¿Por qué?.
  • Me gustaría llevarte a un lugar, cerca del Estadio. Es un lugar bastante peculiar, pero creo que te va a gustar... Mucho.

Después de pensarlo un buen rato, me decante por su oferta, cogimos un taxi y en pocos minutos llegamos al lugar.

Tenía la fachada de un garaje enorme de color gris con una única puerta de color negro y varios vidrios tintados. Nos acercamos a la puerta, él tocó el timbre e inmediatamente el portero automático se abrió, dando paso a un corredor iluminado con luces neón rosa. Al final del pasillo, se veía una puerta de vidrio y unas luces que adornaban el letrero "Bahía Z"

Él me notó algo nerviosa, por lo que agarro mi mano para infundirme confianza, me sonrió y nos encaminamos a la entada. Al entrar, me di cuenta que aparentemente era un bar común: unas cuantas mesas con algunas parejas, una enorme barra con personas solitarias en ellas. No entendía el misterio del lugar.

Nos sentamos en una de las mesas, tomaron nuestro pedido y al momento llegaron nuestras cervezas.

  • Esto es un bar swinger- me dijo él- Tal vez hoy no participemos activamente, si tu no quieres, pero te podés dar una idea.
  • ¡Uy¡.

Parce, pues que te digo. Nunca había estado en un lugar de estos, pero la verdad no es lo que me esperaba.- Dije recorriendo el lugar con mirada incrédula.

  • Esto es la antesala, por así decirlo, acá se define con quien vas a pasar el rato. Por ejemplo, hay una pareja detrás de ti que nos mira.

Instantáneamente me giré, y efectivamente, había una pareja de unos treinta años de edad más o menos. La chica tenía puesta una falda, y su pareja la iba subiendo poco a poco por una de sus piernas, mientras ella las separaba, para dejarnos a Erick y a mí una vista de ella.

No me lo creía.

Aunque nunca había estado en una situación así, era realmente estimulante.

  • ¿Quieres intentarlo?

Dude un momento, tocaba con la uña uno de mis dientes, y movía las piernas el el lugar, cambiando constantemente el peso de mi cuerpo, de un lado para otro.

  • Supongo que si, ya estamos acá, ¿no?.

Erick hizo un gesto con su cabeza a la pareja, y me condujo a través de otro pasillo, con ellos detrás de nosotros, hasta que llegamos a una puerta cubierta por una cortina de seda roja. Al descorrerla se dio paso a nosotros una enorme sala cubierta de vidrio donde varias personas tenían sexo, inclusive, tríos y orgias... los gemidos y el olor a sexo impregnaban el ambiente, haciendo que me excitara.

Continuamos caminando por un corredor, con habitaciones con puertas de vidrio a cada costado. Algunas de las cortinas estaban descorridas, por lo que se podía ver lo que sus huéspedes hacían.

Un par de metros más, entramos a una habitación los cuatro. La iluminación era igual que la de todo el local, rosa neón. El lugar era amplio y se componía de una enorme cama, varios sillones, un estéreo y una nevera con licor.

La pareja rápidamente comenzó a besarse, a despojarse de sus ropas mientras nos miraban, hasta que el chico rompió el beso para colocarse el preservativo en su prominente erección, entre tanto, su compañera se subía a la cama y se ponía a cuatro patas, abriéndose la nalga para nosotros, a la espera de él. Sin aviso previo, él se colocó detrás de ella y la penetro de manera fiera.

Erick se colocó detrás de mí, acunando su rostro en mi cuello mientras sus manos se fijaban en mis caderas, masajeando sobre la tela.

  • ¿Te gusta lo que ves? - me pregunto a susurros.
  • Si, más de lo que me gustaría- dije con mi respiración acelerada por la escena que presenciaba.
  • ¿Quieres participar, o prefieres quedarte acá ?- dijo mientras metía una de sus manos bajo mi falda hasta llegar a mi vagina.

Un gemido involuntario salió de mi boca.

Con su otra mano, bajo las mangas de mi vestido y permitió que se deslizara por mi cuerpo hasta llegar al suelo. Quede semi desnuda ante ellos, tan solo con mis bragas. El volvió a iniciar sus caricias, mientras la mano libre iba a mi trasero, apretándolo, masajeándolo. Lo abandono para subir por mi espalda y luego coger mi pecho.

  • Dime, ¿Qué quieres?.
  • Quiero intentarlo.

Él me soltó, sacó un preservativo de su bolsillo, se desnudó y me llevó hasta la cama, junto a la pareja que yacía allí, hecha una maraña de piernas y gemidos. Ellos pararon.

El hombre y Erick hablaron un par de minutos, hasta que Daniel, el chico, habló.

  • Ana- le dijo su pareja- quiero que la masturbes y luego, cuando te lo pida, se la vas a ofrecer a él.

Ella sin dudarlo dos veces me tiro sobre la cama, y comenzó a besarme el cuello, luego chupó mis pechos por un largo rato, hasta que me penetro con sus dedos. Al principio fue solo uno, después introdujo otro, hasta llegar a tres dedos dentro de mí.

Su boca bajo por mi torso, hasta encontrarse con mi vientre bajo, en donde empezó a hacer círculos con su lengua mientras trazaba un recorrido al encuentro con mi hinchado clítoris. Cuando su boca se posó en él, ella me miró, elevando una sonrisa maliciosa e intensificando sus caricias.

Mientras tanto, ellos estaban sentados frente a la cama, masturbándose ente la escena que les proporcionábamos.

  • Ana, ofrécesela a él.

Ella sacó sus dedos de mi vagina y los chupó uno a uno, entre tanto, se ponía en pie.

  • Siéntate y apóyate en mi- me dijo ella, mientras se colocaba tras de mí, agarrando mis piernas, abriéndolas hasta que quedé completamente expuesta ante Erick, quien ya se encontraba colocándose el preservativo y acercándose, al tiempo que Ana daba sendos toqueteos a mi clítoris.

Era muy extraño y vergonzoso, pero esa sensación se contrarrestaba con el morbo que crecía dentro de mí.

Él se posiciono ante mis piernas, que abría Ana para él. Me dio un beso, su lengua se abría paso en mi boca, y lentamente introdujo su enorme pene dentro de mí.

Rompí el beso a causa de la impresión que sentía de estar totalmente penetrada por el, soltando un fuerte gemido. Pero cual no fue mi sorpresa al observar que solo había metido el mitán dentro de mi.

Él, al ver mi cara, comenzó a dar breves embistes, intentando acostumbrar mis paredes vaginales a su erección. En ese mismo momento, la pareja de Ana se posicionó tras de ella y comenzó a penetrarla, por lo que el movimiento de ella en mi espalda, hacía que el pene de Erick se introdujera cada vez más, hasta que él decidió penetrarme por completo, quedando sumida en un oleaje de placer absoluto.

Así continuamos durante varios minutos más hasta que Ana se corrió, seguida de su pareja. Dejándonos a Erick y a mi completamente solos en ese barco de lujuria.

Él aprovecho el momento para ponerme sobre él, lo que no hizo, sino que si pene se clavara más adentro de mí, acercándome cada vez más a mí a la cúspide del placer. Sus arremetidas eran certeras y constantes, pero tras varios minutos, se volvieron irregulares, por lo que supe que también estaba cerca.

Comencé a moverme más rápido, hasta que logré correrme, seguida por Erick, quien emitió un sonoro gemido en la habitación al eyacular.

Al terminar, nos vestimos y cada pareja tomo su rumbo de nuevo hasta el bar, con completa y absoluta normalidad.

Aún me encontraba en un estado de trance por lo ocurrido, pero recuerdo haberme tomado un par de cervezas más con él, y luego me acompaño a tomar un taxi.

  • Preciosa, me encanto conocerte.- Dijo rozando uno de mis brazos.
  • Fue un verdadero placer- dijo el elevando una pícara sonrisa.
  • Igualmente, espero volverá verte pronto.

Tomé el primer taxi que pasó, me subí, y por el cristal trasero, tuve la última visión de él, parado junto a ése peculiar garaje gris.

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