Relato 5

24.06.2020

Por: Huitaca.m

Llevaba algunos meses trabajando y viviendo sola. Era un poco duro salir de la zona de confort que brindaba la casa de mis padres, pero era la mejor decisión que había tomado.El apartamento que había conseguido, aunque era pequeño, tenía las comodidades mínimas, más el agregado de estar a cinco minutos de mi lugar de trabajo.Era agradable llegar a la empresa, rodeada siempre de calidez humana. Hacía algunos meses que había comenzado a trabajar en el departamento de relaciones internacionales, junto a tres personas más.

Dentro de mi equipo, había un sujeto, Jeff. Un gringo radicado hace un par de años en la ciudad. Desgraciadamente, no había podido acercarme a él en otro plano que no fuera estrictamente profesional.

Era un viernes en la tarde, aún en el aire se palpaban los estragos del verano. Salí de la empresa, decidida a aplastarme un buen rato en el bar de la esquina.Necesitaba un respiro de la rutina de estar poco más de ocho horas entre reuniones, llamadas y correos electrónicos.Al entrar al lugar, inmediatamente me reprendí por haber escogido ese vestido de flores escotado en la espalda. 

Los hombres, aplastados en sus sillas, me daban miradas fugaces cargadas de morbo. No me podia quejar, si bien no era especialmente atractiva ni tenía un cuerpo estructural, si había sido dotada con una cintura pequeña y anchas caderas. A eso, sumado mi altura, me dotaba de un aire estilizado.

Tomé lugar en la barra del bar, y pedí una polita bien fría. Mientras la tomaba, decidí perder tiempo en el celular, por ésto, no me percaté que alguien había tomado lugar a mi lado.

- Hola, muchacha bonita. - no tenía que mirarlo para saber que era él. El gringo.

- Hmmm... Hola, ¿qué más?.

- Muy bien, bella.Eres Aura, ¿cierto?

 - Si, soy Aura. Sos Jeff, ¿cierto?

 - Si, bonita. Jeff McCain ¿Puedo saber que hace una muchacha tan bonita, tomándose una pola de manera tan solitaria? 

- Porque queria beber y no tenía con quien salir. A pesar de que todos son muy amables en la empresa, no soy buena socializando. 

- Mala cosa, muchacha. ¿Me permites acompañarte?

- Claro , no hay problema.

Y así, se dió paso a una larga conversación, muy amena a decir verdad. A medida que nuestra charla se volvía más interesante, las botellas de cerveza iban aumentando de manera considerable en nuestra mesa. Durante toda la plática , sentía bajo la barra las rodillas de él chocar contra las mías, y de vez en cuando, dejaba caer su mano, y de manera "accidental" rozaba mi rodilla. 

- Parce, yo creo que voy a pagar y me voy. Me siento prenda ya.- dije yo. 

- Ay morenita, no me digas eso, que estoy lo más de amañado hablando contigo.

 - Quedamos pendientes para otro día, Jeff.

 - Vale , pero dejáme yo te invito y te acompaño. ¿Vos cogés taxi o te vas en transporte público?

 - Ni lo uno ni lo otro. Me voy caminando, no vivo muy lejos de acá. Y no, dejáme yo pago lo mío , de verdad.

Pero, para cuando estaba presentando mi objeción, él ya había llamado a la mesera y le extendía algunos billetes. Después de mucho insistir para que me recibiera el dinero (cosa que resultó infructuosa),me acompañó todo el recorrido hasta llegar al edificio.

- Bueno, bonita. Fue un placer. 

- Igual. 

Pero ninguno se movía para separarse. Por el contrario, nos miramos fijamente. Nuestras miradas oscilaban de nuestros ojos a nuestras bocas. La tensión sexual se podía palpar. Él alzó su mano blanquecina y la posó en mi antebrazo, acortando la distancia entre nosotros.Breves segundos más tarde, él arremetió a mi boca con un corto pero apasionado beso. Se separó para evaluar mi reacción, y yo, ni corta ni perezosa, me lancé de nuevo a él, primero mordiendo su labio inferior, y luego devorando su boca. Posó sus manos en mis caderas y me acercó a él. Pero nuestro beso de vio interrumpido por un par de chicos que pasaban en bicicleta. 

- Consigale pieza, panita. - dijeron ellos, y acto seguido, un ataque nervioso de risa nos invadió.Ambos nos miramos, a la espera de más. 

- ¿Querés pasar? 

- Me encantaría, bonita. 

Agarró mi mano, e ingresamos al edificio, internándonos en el elevador hasta piso 9. Caminamos unos metros y abrí la puerta del apartamento. Entramos y descargamos nuestras pertenencias en la pequeña sala. Pero cuando me dirigía a la cocina, me tomó por la muñeca y me trajo hacia él, besándome de nuevo.Él, lentamente fue bajando la cremallera de mi vestido, despojándome por completo de el, vestida tan solo con un tanga azul. Se retiró algunos metros y me observó, relamiéndose los labios y atrapando su labio inferior en su camino. Se sacó su camisa polo, dejando al descubierto anchos hombros y un torso bien trabajado en el gimnasio, tanto, que daban ganas de pasar la lengua por él. Se bajo la cremallera del pantalón y se los quitó junto con sus bóxer, dejando a la vista una grande y deliciosa erección. Sin dudarlo, me acerqué a él, lo besé mientras tomaba con la mano la base de su pene y comenzaba a masturbarlo. Segundos después, me giró y quedé contra la barra americana de la cocina, mientras él se alejaba. Buscó algo en su ropa, luego se escuchó rasgar el empaque de un condón. Volvió hacia mi, tomó mis caderas y me posicionó inclinándome contra la barra con la cadera elevada. Me corrió el tanga e introdujo la cabeza de su pene.Al principio, pasó su glande por mis labios menores un par de veces e introducía la "puntica" del pene, para luego retirarse y repetir la operación. Yo estaba excitada y húmeda. Sentía el calor aflorar de mi vagina, mientras se contraía deliciosamente por la expectativa. Sin avisar, me penetró por completo y se abrazo a mi, recostado en mi espalda. 

- ¿Estás bien, morenita?

 - Ujum

Instantes después, comenzó a moverse abruptamente. El choque de nuestros cuerpos resonaban en el lugar, al compás de mis sonoros gemidos.

 -¿Te gusta, bonita? 

- Me... En... Can... Ta 

Azotó mi trasero, mientras yo me movía para encontrarme con sus arremetidas. Salió de mi, me subió a la barra e introdujo su cabeza en mis piernas, succionando mi clitoris y penetrandome con sus dedos. El placer incrementaba en mi. Pegó aún más su boca a mi pélvis, intensificando la succión, mientras yo colocaba mis piernas sobre sus hombros y con una mano, agarraba su cabeza y halaba su pelo.

- Jeff- dije con voz queda y sobre excitada - me voy a correr. 

-Hmmm

Se detuvo, dejándome al borde del abismo sexual.

- Bonita - dijo masturbandose- aún no.Ven, arrodillate

Se quitó el preservativo, agarró mi cabeza y guió su pene hasta mi boca.Lo tomé de la nalga y comencé a lamer y chupar su pene. Lo sentía palpitar con cada una de mis caricias.Sin embargo, me detuvo y me llevó al sofá, entregándome un condón. Él se recostó y me sentó a espaldas de él, con mi vagina sobre su rostro y su pene al alcance de mi boca, jugué con el y coloqué el preservativo, mientras mis manos temblaban. 

Me tomó de las caderas y comenzó a torturar mi clítoris. El familiar pinchazo de excitación llegó a mi , y mi orgasmo se extendió, haciéndome proferir un largo gemido y las inconfundibles palabras "si, si, si".Me levantó y me puso a cuatro patas sobre el sofá. Me penetró, atrayendo hacia él los últimos rastros se mi orgasmo. Me penetró varias veces más, hasta que se desplomó sobre mi.

- Ay linda, te encartaste conmigo.-me dijo- De ahora en adelante quiero sexo, mucho sexo entre nosotros.

Esa noche, nos fuimos juntos a la cama e intentamos dormir, fracasando de manera estrepitosa ya que tuvimos sexo hasta que nos venció el agotamiento.

 *imagen tomada de Pinterest*

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